Vista de la plaza de San Bartolomé desde el tejado del edificio. / SONIA TERCERO
Dos columnas. Hay dos columnas cuyo fuste está recorrido por estrías helicoidales. Están ya jubiladas de su antigua labor, embebidas en los muros, iluminadas por focos. Son dos columnas labradas en severa piedra marrón, pero gráciles y juguetonas, amables. Llevan ahí plantadas desde el siglo XVI, cuando en este solar se alzaba el palacio rena
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